El activo más importante que
se posee es la información y, por lo tanto, deben existir técnicas que la
aseguren, más allá de la seguridad física que se establezca sobre los equipos en los cuales se almacena.
Estas técnicas las brinda la seguridad lógica que consiste en la aplicación
de barreras y procedimientos que resguardan el acceso a los
datos y solo permiten acceder a ellos a las personas autorizadas para hacerlo.
Cada tipo de ataque y cada
sistema requiere de un medio de protección o más (en la mayoría de los casos es
una combinación de varios de ellos)
A continuación se enumeran una
serie de medidas que se consideran básicas para asegurar un sistema tipo, si
bien para necesidades específicas se requieren medidas extraordinarias y de
mayor profundidad:
· Utilizar técnicas de desarrollo que cumplan con los criterios de seguridad al uso para todo el
software que se implante en los sistemas, partiendo de estándares y de personal
suficientemente formado y concienciado con la seguridad.
· Implantar medidas de seguridad
físicas: sistemas anti incendios, vigilancia de los centros de proceso de datos, sistemas de protección contra inundaciones, protecciones eléctricas
contra apagones y sobretensiones, sistemas de control de accesos, etc.
· Codificar la
información: criptología, criptografía y criptociencia. Esto se
debe realizar en todos aquellos trayectos por los que circule la información
que se quiere proteger, no solo en aquellos más vulnerables. Por ejemplo, si
los datos de una base muy confidencial se han protegido con dos niveles
de firewall, se ha cifrado todo el trayecto entre los clientes y
los servidores y entre los propios servidores, se utilizan certificados y sin
embargo se dejan sin cifrar las impresiones enviadas a la impresora de red,
tendríamos un punto de vulnerabilidad.
·
Contraseñas difíciles de averiguar que, por ejemplo, no puedan ser deducidas a
partir de los datos personales del individuo o por comparación con un
diccionario, y que se cambien con la suficiente periodicidad. Las contraseñas,
además, deben tener la suficiente complejidad como para que un atacante no pueda
deducirla por medio de programas informáticos. El uso de certificados digitales mejora la seguridad frente al simple uso de contraseñas.
· Vigilancia de red. Las redes
transportan toda la información, por lo que además de ser el medio habitual de
acceso de los atacantes, también son un buen lugar para obtener la información
sin tener que acceder a las fuentes de la misma. Por la red no solo circula la
información de ficheros informáticos como tal, también se transportan por ella:
correo electrónico, conversaciones telefónica (VoIP), mensajería
instantánea, navegación Internet, lecturas y escrituras a bases de datos, etc.
Por todo ello, proteger la red es una de las principales tareas para evitar
robo de información. Existen medidas que abarcan desde la seguridad física de
los puntos de entrada hasta el control de equipos conectados, por ejemplo 802.1x. En el caso de redes inalámbricas la posibilidad de vulnerar la seguridad es mayor y deben adoptarse
medidas adicionales.
· Redes perimetrales de seguridad, o DMZ, permiten generar reglas de acceso fuertes entre los usuarios y
servidores no públicos y los equipos publicados. De esta forma, las reglas más
débiles solo permiten el acceso a ciertos equipos y nunca a los datos, que
quedarán tras dos niveles de seguridad.
· Tecnologías repelentes o
protectoras: cortafuegos, sistema de detección de
intrusos - antispyware, antivirus, llaves para protección de
software, etc.
·
Mantener los sistemas de
información con las actualizaciones que más impacten en la seguridad.
· Copias de seguridad e, incluso, sistemas de respaldo remoto que permiten mantener la información en dos ubicaciones de forma
asíncrona.
· Controlar el acceso a la información
por medio de permisos centralizados y mantenidos (tipo Active Directory, LDAP, listas de control de acceso, etc.). Los medios para conseguirlo son:
· Restringir el acceso (de
personas de la organización y de las que no lo son) a los programas y archivos.
· Asegurar que los operadores
puedan trabajar pero que no puedan modificar los programas ni los archivos que
no correspondan (sin una supervisión minuciosa).
· Asegurar que se utilicen los
datos, archivos y programas correctos en/y/por el procedimiento elegido.
· Asegurar que la información
transmitida sea la misma que reciba el destinatario al cual se ha enviado y que
no le llegue a otro. y que existan sistemas y pasos de emergencia alternativos
de transmisión entre diferentes puntos.
· Organizar a cada uno de los
empleados por jerarquía informática, con claves distintas y permisos bien
establecidos, en todos y cada uno de los sistemas o aplicaciones empleadas.
· Actualizar constantemente las
contraseñas de accesos a los sistemas de cómputo, como se ha indicado más
arriba, e incluso utilizando programa que ayuden a los usuarios a la gestión de
la gran cantidad de contraseñas que tienen gestionar en los entornos actuales,
conocidos habitualmente como gestores de identidad.
· Redundancia y
descentralización.